Después de las elecciones de febrero de 1936, ganadas por los partidos de izquierda, queda conformada la “Segunda República Española”. El Frente Popular agrupaba a los partidos de izquierda, mientras que la CEDA (Confederación de Derechas Autónomas), lo hacía con los partidos de derecha.
El 17 de julio de 1936 el ejército español asentado en Marruecos, se rebeló contra el gobierno nacional salido de las urnas, extendiéndose a numerosos cuerpos del ejército en la península. Los “alzados” se oponían, entre otras cosas, a las autonomías que reclamaban las diferentes regiones españolas.
Así, esta “Guerra Civil” reflejó el enfrentamiento ideológico entre la izquierda y la derecha europeas, presagiando la Segunda Guerra Mundial. Italia, Alemania y Portugal enviaron aviones y tropas voluntarias en apoyo del bando "nacional", Rusia envío armamento y asesores a la parte republicana o "roja", y Francia y Gran Bretaña mantuvieron posiciones ambiguas respecto a estos últimos.
Los comunistas organizaron la Brigada Internacional, con una participación activa en la lucha armada de muchos extranjeros (anarquistas, socialistas y librepensadores), entre los cuales podemos mencionar a Ernest Hemingway que en su libro “Por quién doblan las campanas” relata las experiencias de la guerra. También el famoso escritor español Federico García Lorca, asesinado en 1936, representó la juventud liberal de España con su defensa de la República, la crítica de la monarquía, de la religión católica y del fascismo.
A principios de 1937, más de la mitad del país estaba bajo el control de las tropas franquistas, y el próximo objetivo del ejército sublevado eran los Países Vascos y Cataluña. El pueblo de Guernica, ubicado entre Bilbao y San Sebastián en el norte de España, era el centro cultural y religioso del País Vasco. Para 1937 contaba con 7.000 habitantes y su población había crecido anormalmente con los refugiados republicanos que huían de la guerra y encontraban protección en casas particulares.
El 26 de abril de 1937 la unidad aérea alemana conocida como “Legión Cóndor” al mando del Tte. Coronel Wolfran von Richthofen, inició el bombardeo sobre Guernica con el “supuesto objetivo” de destruir el pequeño puente de Rentería, situado en las afueras de la ciudad. Los bombarderos arrojaron todo tipo de bombas explosivas e incendiarias sobre el casco urbano y los cazas Messerschmitt-109, volando a ras del suelo, ametrallaron a todas las personas que huían de la ciudad.
La capacidad defensiva de Guernica era nula, ya que la aviación leal había sido reducida por errores estratégicos de la conducción aérea. El ataque, que duró casi cuatro horas, cesó hacia las siete y media de la tarde y la ciudad tardó un día en apagar los incendios. Nunca hubo una cifra oficial de la cantidad de muertos.
Para el Alto Mando alemán, además de desmoralizar a la población civil, el ataque consistía en un experimento para conocer la cuantía mínima de los medios aéreos y explosivos a utilizar para destruir por completo una ciudad. Guernica fue el escenario para el primer ensayo de guerra total, en vista a la futura Segunda Guerra Mundial.
Si bien la prensa franquista se encargó de difundir hacia el exterior, la versión de que las mismas tropas republicanas vascas habían destruido la ciudad en su retirada, no contaban con que había numerosos corresponsales de prensa extranjeros que pudieron ver inmediatamente el apocalipsis que había padecido la ciudad, y conversar con los sobrevivientes que vieron la masacre. George Steer, un corresponsal sudafricano de 27 años para los diarios “The Times” y “The New York Times”, viajó de Bilbao a Guernica y envió esa misma noche una nota, que ha llegado a ser un clásico de la literatura periodística.