21 de marzo de 2020

Esta reflexión está basada en una newsletter que recibí de una mujer que me inspiró muchísimo y cuya vida no ha sido en vano. Gracias. 

Muchas veces nos entra la prisa, queremos hacer muchas cosas para no pensar que desaprovechamos el tiempo y nos saturamos de actividades, de proyectos. La cuestión es que el tiempo pasa, independientemente de en qué lo inviertas. ¿Consejo? Inviértelo bien.

Me dirás que eso está muy escuchado, y es verdad, así que pasamos a la siguiente pregunta: ¿Lo inviertes bien? ¿Sientes que aprovechas el tiempo? Porque yo hacía tiempo que no lo aprovechaba, es más, sentía que lo perdía muy fácilmente, que no lo invertía en lo que verdaderamente quería.

Si has pensado bien las preguntas anteriores, pasamos a la siguiente: ¿Cuáles son tus pasiones, tus motivaciones? ¿En qué te gusta de verdad invertir tu tiempo?

Resulta que lo que necesitaba era exactamente eso, tiempo. Tiempo para pensar qué quería, en qué quería dedicar mi tiempo, mi vida. Y, mientras lo hacía, pensaba el poco tiempo que le había dedicado a simplemente pensar. La verdad es que esto parece un trabalenguas, pero espero que me estés entendiendo.

Creo que no nos han educado para pensar, sino para simplemente actuar, olvidándonos de ese paso tan grande.

Yo te cambio eso de “cuenta hasta 10”, “respira”… por “piensa” antes de actuar. Piensa en las consecuencias que genera cómo actúas, piensa antes de hablar, piensa cómo se puede sentir la otra persona, piensa en tus objetivos de vida, piensa en cómo cumplirlos. Ah, y que no se te olvide el siguiente paso, que no menos importante: actúa.

Hay una etapa en la vida en la que actúas genuinamente, de acuerdo a lo que sientes, sin engañarte a ti mismx, que es la infancia.

Todxs llevamos dentro al niño que un día fuimos y es él quien nos proporciona el equilibrio entre la parte racional y lógica, y esa otra más libre, pura y alocada.

Con el paso del tiempo crecemos, asumimos responsabilidades y, a menudo, ese niño se va escondiendo y reprimiendo en lo más recóndito de nuestro ser, ya que madurar se suele asociar erróneamente a abandonar esa parte infantil.

Inocencia: En su sentido más amplio, la inocencia se vincula a la falta de culpabilidad en relación a cualquier tipo de pecado, falta o crimen. De este modo, la inocencia aparece asociada a un estado puro del alma. Esa pureza, que tiene que ver con la carencia de maldad, también está enlazada al candor.

Candor:  Que se forma a partir del verbo “candere”, que significa “hacer brillar”, y el sufijo “-or”, que se utiliza para indicar “efecto” o “resultado”.

Así pues, creo que cuando somos niños ACTUAMOS CON CANDOR SIN SABER LO QUE ES LA CULPA.

El mundo "nos pide" que seamos más duros para enfrentarnos a la realidad. ¿Quiero yo eso? Quizás otra perspectiva es posible.

NO ES TAN IMPORTANTE HACER MUCHAS COSAS COMO LA ACTITUD CON LAS QUE LAS HAGAS.