Esta reflexión está basada en una newsletter que recibí de una mujer que me inspiró muchísimo y cuya vida no ha sido en vano. Gracias.
Muchas
veces nos entra la prisa, queremos hacer muchas cosas para no pensar que
desaprovechamos el tiempo y nos saturamos de actividades, de proyectos. La cuestión es que el tiempo pasa,
independientemente de en qué lo inviertas. ¿Consejo? Inviértelo bien.
Me dirás que eso está muy escuchado, y es verdad,
así que pasamos a la siguiente pregunta: ¿Lo inviertes bien? ¿Sientes que
aprovechas el tiempo? Porque yo hacía tiempo que no lo aprovechaba, es más,
sentía que lo perdía muy fácilmente, que no lo invertía en lo que
verdaderamente quería.
Si has pensado bien las preguntas anteriores,
pasamos a la siguiente: ¿Cuáles son tus
pasiones, tus motivaciones? ¿En qué
te gusta de verdad invertir tu tiempo?
Resulta que lo que necesitaba era exactamente eso,
tiempo. Tiempo para pensar qué quería, en qué quería dedicar mi tiempo, mi
vida. Y, mientras lo hacía, pensaba el poco tiempo que le había dedicado a
simplemente pensar. La verdad es que esto parece un trabalenguas, pero espero
que me estés entendiendo.
Creo que no nos han educado para pensar, sino para
simplemente actuar, olvidándonos de ese paso tan grande.
Yo te cambio eso de “cuenta hasta 10”, “respira”… por
“piensa” antes de actuar. Piensa en las consecuencias que genera cómo actúas,
piensa antes de hablar, piensa cómo se puede sentir la otra persona, piensa en
tus objetivos de vida, piensa en cómo cumplirlos. Ah, y que no se te olvide el
siguiente paso, que no menos importante: actúa.
Hay
una etapa en la vida en la que actúas genuinamente, de acuerdo a lo que
sientes, sin engañarte a ti mismx, que es la infancia.
Todxs
llevamos dentro al niño que un día fuimos y es él quien nos proporciona el
equilibrio entre la parte racional y lógica, y esa otra más libre, pura y
alocada.
Con el
paso del tiempo crecemos, asumimos responsabilidades y, a menudo, ese niño se
va escondiendo y reprimiendo en lo más recóndito de nuestro ser, ya que madurar
se suele asociar erróneamente a abandonar esa parte infantil.
Inocencia: En su sentido más amplio, la inocencia se vincula a la falta de
culpabilidad en relación a cualquier tipo de pecado, falta o crimen. De este
modo, la inocencia aparece asociada a un estado puro del alma. Esa pureza, que
tiene que ver con la carencia de maldad, también está enlazada al candor.
Candor: Que se forma a partir del
verbo “candere”, que significa “hacer brillar”, y el sufijo “-or”, que se
utiliza para indicar “efecto” o “resultado”.
Así
pues, creo que cuando somos niños ACTUAMOS CON CANDOR SIN SABER LO QUE ES LA
CULPA.
El mundo "nos
pide" que seamos más duros para enfrentarnos a la realidad. ¿Quiero yo
eso? Quizás otra perspectiva es posible.
NO ES TAN IMPORTANTE HACER MUCHAS COSAS COMO LA
ACTITUD CON LAS QUE LAS HAGAS.